jueves, 11 de marzo de 2010

Libelula

Ayer llegaba tarde a teatro, pero cuando salí del metro no pude evitar dejar correr el tiempo mientras escogía entre aproximadamente 15 tipos diferentes de incienso aquel que mejor definiera como me sentía en ese momento. Coco y vainilla.

Continué mi camino y poco antes de llegar a Mejía Lequerica reparé en una tienda que hasta entonces asociaba con la venta de ropa infantil. Entré.
Quedaba un minuto para que empezara la clase, pero yo corría una percha, y después otra, y luego bajé al piso de abajo, y seguí pasando una percha, y después otra, hasta que se me hizo monótono y decidí irme a la escuela.


Hoy, semanas de exámenes, que si mañana un trabajo de filosofía, que si un examen global, hoy otro examen, el lunes de nuevo, ayer una lección...y casi sin darme cuenta estaba sentada en la última fila del 132 camino al consumismo por el consumismo: un centro comercial. Y casi sin percatarme estaba en un provador, y en otro, y en otro, y en otro, y me puse un límite, y lo rebasé y seguía comprando, y seguí gastando en cosas inútiles como una funda para el pasaporte.

Pero qué mas dá, de vez en cuando podemos permitirnos ser un poco irresponsables...


...pero sólo un poco :)

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