Y en esta singular frase puede resumirse el día de hoy.
Fuimos de pic-nic a la terraza de la Casa Encendida, junto a la Glorieta de Embajadores y la Estación de Atocha. Por haber hubo hasta velas perfumadas, que ni olían ni alumbraban, entre otras cosas porque eran las ocho de la tarde de un mes de julio.
Por fin pudimos hablar con Cabrerus, que anda de peregrino por los montes asturianos.
Pero lo mejor de la tarde sin duda, lo siento Cabrero, fueron las risas durante las partidas de "culo" o "mentiroso", como si el tiempo se hubiera parado hace ocho o nueve años...
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